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Foto del escritorTIMELESS.

QUÉ ESTÁ PASANDO? | LA CRISIS DE LA CULTURA Y LA CULTURA DE CRISIS.

Actualizado: 5 oct







La cultura no está en crisis por el coronavirus, la cultura está en crisis permanente ya que es en lo que menos se viene invirtiendo desde lejos y dado que hay un problema de base en la sociedad que supone que lo cultural ha de ser gratuito por defecto. Vamos por partes:


En primer lugar, la cultura como tal no está en crisis, al menos en sentido negativo, porque precisamente se ha demostrado que crece en la adversidad y en los tiempos de calamidad. No hay más que ver ahora con qué hambre devora cultura la sociedad. Las crisis derivan en análisis, en reflexión, en replantearse las cosas. Otra cosa muy distinta son la falta de apoyos, de respeto, de tolerancia, de inversión...





Digamos que lo que normalmente se entiende por cultura tiene más brazos que Shiva: arte, cine, danza, teatro, libros, museos, monumentos, espectáculos, ocio, entretenimiento, deportes, juegos, televisión, música, gastronomía... y mucho más. Una cosa es la Cultura y otra es la actividad cultural o la industria cultural, que inevitablemente está teniendo grandes pérdidas y podría sufrir muchos recortes en el futuro. Lo que está en crisis es la industria cultural, los espectáculos, el turismo masivo, las ​blockbuster exhibitions​, etc.






En segundo lugar, es evidente que la cultura contribuye al bienestar social, existen numerosos estudios que lo demuestran e incluso se ha extendido la idea de recetar visitas a museos. Durante esta etapa de confinamiento que estamos viviendo son muchas las instituciones que han abierto de forma gratuita sus colecciones y contenidos relacionados de una manera virtual.

Los cines, teatros, salas de espectáculos, museos, e instituciones análogas podrían perder una gran cantidad de los ingresos que habitualmente generaban con las entradas. Mientras tanto siguen demostrándonos su solidaridad subiendo contenidos de forma altruista.





Sin embargo, existe una confusión en torno a su supuesta gratuidad. Que algo sea público y de libre acceso, o que todos tengamos derecho a acceder a la cultura no es sinónimo de gratuito. La palabra gratuito no hace sino más que menospreciar la cultura, su significado literal es que no tiene ningún coste y esto es una gran falacia. La cultura puede ser un regalo, puede ser pública y debería hasta ser libre de impuestos, pero nunca es gratuita. No podemos exigir que haya gente detrás de esto regalando su tiempo, sus ideas, su trabajo, en definitiva.


Por otro lado, existe también una “cultura de crisis”. De alguna forma no interesa invertir en aquello que no genera beneficio económico rápidamente. Los avances de las últimas décadas han derivado en un estilo de vida consumista y la rápida adaptación a modelos capitalistas que han provocado una masificación de la cultura.



Por ejemplo, la mayoría de los museos han seguido un modelo de gestión económica capitalista, el modelo de las grandes exposiciones y los aforos extremos, que permite una gran variedad de programas culturales, pero en ocasiones en detrimento de la calidad del disfrute del visitante, y esta crisis ha demostrado su fragilidad. Tal vez tengamos ante nosotros la oportunidad de concebir los museos de formas más sostenibles, mejorando la conservación y la calidad de la visita, desligándose del consumismo masivo de los últimos tiempos. En el futuro más inmediato no habrá lugar para las salas abarrotadas como la de la Gioconda en el Louvre o la de Guernica en el Reina Sofía.





Hemos caído en la trampa de que todo lo que no asume un capitalismo atroz está en crisis.


En las declaraciones del actual Ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes, del pasado 7 de abril pudimos ver como en España el tema de la cultura siempre se deja para luego. Bajo el hastag #ApagónCultural se aglutinó una gran cantidad de instituciones, colectivos, asociaciones, y demás agentes del sector cultural que reclaman al ministro medidas para afrontar la crisis como si se dan en otros casos como en el del deporte. El sector de la cultura está nutrido de una gran cantidad de autónomos y PYMES, además del sector público, que apenas empezaba a recuperarse de la crisis del 2008 en toda una década.





La cultura en España ya arrastraba las consecuencias de la anterior crisis, falta de inversión, falta de personal en los museos, ausencia de oferta de empleo a la función pública durante años, etc., de hecho, ya venía mermada antes del 2008, ya que la falta de atención sobre este sector ha sido más que sintomática en nuestra historia reciente.


En el Ministerio de Cultura no se han calculado aún las pérdidas que se van a dar en el sector. Se han amparado en que corresponde a la autoridad sanitaria posibilitar la reapertura y sus condiciones, y entonces será cuando se estudie el plan de acción. Sin embargo, sabemos que la Liga de Fútbol volverá en junio y de esto si se lleva hablando tiempo, aunque no es más simbólico que el hecho de que uno de los museos más visitados sea el del Bernabéu.





El mundo de la cultura ha hecho un llamamiento a los representantes políticos para que se asignen con urgencia fondos para rescatar a los sectores y sus profesionales. La Cultura, la misma que nos acompaña estos días en situación de desasosiego, nos lanza un grito de socorro al que debemos acudir. No podemos usar la crisis como escudo para no invertir, para hacer recortes, para no dar ayudas, para no bajar el IVA cultural, para, en definitiva, no salvarla.


Mientras, en países vecinos como Francia, Alemania o Italia se dedican millones de euros y se aplican medidas para paliar las consecuencias de la crisis en la cultura – en Alemania, por ejemplo, se incluye la cultura entre los bienes de primera necesidad – , nosotros, que contemplamos como un derecho inalienable el acceso a la cultura en nuestro ordenamiento jurídico, en esa Constitución de la que tan orgullosos nos sentimos para otras cosas, y sin embargo, en este caso, lo postergamos.




Sin duda llegarán algunas ayudas, más bien tarde que temprano, pero qué hay de todos esos despidos masivos de personal de carácter temporal, pequeñas empresas culturales o colaboradores que facturan de forma independiente que han perdido sus clientes, ellos son, al final, los grandes olvidados. También nos encontraremos con que gran parte de la sociedad ha perdido su poder adquisitivo y no podrá invertir en cultura si no hay otras soluciones.


Como tantas otras cosas esta crisis nos demuestra que tal vez no lo estábamos haciendo bien, tal vez haya que replantearse las reglas de juego, empezar de nuevo, sería un error volver a la normalidad – que no lo era tanto – sin tener en cuenta mejoras, cada situación excepcional nos da la oportunidad para depurar viejos modelos. Sería triste que esta catástrofe no comportase ningún cambio. La normalidad que teníamos no la vamos a recuperar nunca, porque si la recuperamos sin cambios significará que no hemos aprendido nada. ​

En el caso de la Cultura no podemos conformarnos con un lavado de cara y mucho menos con un lavado de manos.


CREDITS. STOCK | TIMELESS.


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